Yo
como Única en mí goce egoísta, abrazaré la causa anti-social,
romperé el lastre impuesto de la sociedad, tanto de su virtud como
de su desfasada ética social. Mi causa disfrutará de la plenitud
egoísta, consumiéndose en las cenizas de un mundo que hace mucho
que está muerto. Sonreiré cuando negación tras negación, renazca
de mis cenizas. Agotaré mi fortaleza individualista, con el devenir
fugitivo del presente.
Me
consagro al Dios de la destrucción, el antónimo del virtuoso. El
impuro, el pecador, el que danza sonriente entre las ruinas
estructurales de lo bueno, de lo sano, de lo justo, de lo ético, de
lo virgen, de lo casto, dictado por los ministros del Señor, el
justo creador de la decadencia existencial en el paraíso terrenal.
Nadie me diría, que dicha consagración no era más que mi propia
alabación, elevando mi Ego por encima del todo caduco.
Estrecharé
lazos con causas afínes a la mía, con egoístas que sean de mi
propio interés, que me sirvan para mí propio disfrute o provecho,
como les serviré a ellos para su propia causa. Las ideas de
tolerancia o respeto, me inspiraran subversivamente para despreciar
cada atisbo de la civilización, que se nutre de los religiosos e
ideólogos de los viejos valores y costumbres.
Cualquier
organización ideológica de carácter social, política o económica
será objeto de mi desprecio, mi odio. No existe ninguna abstracción
que esté por encima de mí, ni ideológica, religiosa, económica o
ética. Aborrezco todo lo que no sea la elevación del Ego por encima
de todo lo sagrado, evangelizado e idealizado.
El
mundo es también mi enemigo, es una pestilente iglesia, donde todos
tienen un ídolo al que adorar o un altar en el cual sacrificar su
unicitidad. Yo, sin embargo, no tengo ningún ídolo, de forma más
particular ningún ídolo revolucionario.
Quiero
oír rechinar vuestros dientes al leerme, entenderé entonces que he
acabado con el manto de la moral y de la piedad anarquista social.
Nadie puede detener mi unicitidad, sólo la muerte. Liberándome de
toda censura anarquista, subvirtiendo y anulando la moral social,
impulsándome hasta el egoísmo puro, saboreando el gusto del abismo.
Yo,
como Única no sigo ningún camino predicado. Me centro en la
destrucción de lo sagrado, para construir libremente el camino que a
mí más me interese o me aproveche. El tiempo también es mi
enemigo, el cual se sirve del lenguaje como envoltorio esencial de la
civilización. Mi existencia, no gira en torno al desarrollo continúo
de ninguna simbología moderna.
ME
AFIRMO Y ACTUÓ POR LA DESTRUCCIÓN DE CADA DERECHO “RECIBIDO”
No
creo en la idea de futuro. Esencialmente es una absurda numeración
en el calendario, justamente quién regula la conducta social a
través de sí mismo. El tiempo junto con el lenguaje son el origen
mismo de la actividad simbólica humana, por lo tanto ocasiona la
primera alienación. La realidad del tiempo es aquello que prueba la
existencia tanto de Dios como de la religión, la perfecta lógica de
la civilización.
La
tecnología es la catástrofe consentida. La civilización se presta
de ella con el fin u objetivo de homogeneizar la unicitidad de cada
uno de nosotros. Por tanto, como Única veo necesaria la quema del
altar tecnológico posmoderno. En
ésta la Era de la representación por la que la normalización o
conducción queda superpuesta a la naturaleza salvaje del Egoísta,
es fundamental tanto la negación de la sociedad de masas como la de
la cultura dominante, para obstaculizar el desarrollo de las raíces
de todo lo caduco e irreal.
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