Ni siquiera me tomaría la molestia de participar en el debate, pero algunos de los últimos comentarios de un “compañero antifascista” me causan intriga.
En primer lugar, para poder determinar las características de una acción antifascista, innegablemente, creo que se debe determinar el contenido del concepto de fascismo. El fascismo es, ante todo, un golpe fuerte y violento en la cara del/de la “revolucionario/a” que reconoce en los fantasmas de la sociedad y la clase las caras de los sujetos revolucionarios y aspira a levantamientos y revoluciones.
Y la hipocresía, de hecho, ¡es la situación por la que más alardean los anarquistas sociales sobre el antifascismo! Porque, en esencia, la guerra no es más que una persecución continua contra las sombras... No se dan cuenta, por supuesto, lo hipócritas que son sus proclamas sobre el antifascismo social, ya que en realidad se trata de una guerra contra su propio contenido.
Porque ¿qué otra cosa es la causa generadora del fascismo que no sea la masa?
El fascismo no es una plaga antisocial, es un elemento intrínseco de la sociedad. La masificación y la mentalidad de la masa, la necesidad de “pertenencia”, son carne y huesos del fantasma que ha encadenado millones de vidas; y también es carne suya la idea de la superioridad. ¿Y cómo el/la “revolucionaria/o” contribuye realmente en ésta dirección, el pobre que arde con la llama de la insurrección social y las visiones de la justicia y la igualdad (cadenas que son insoportables incluso para los mismos ‘compañeros’) y, aun así, injerta conciencia de clase y obrerismo a las masas? ¿Es esta práctica distinta a la del Estado, que vacuna a sus súbditos de nacionalismo y patria? Naturalmente, ningún nihilista puede dejar de reírse a carcajadas y sin vergüenza ante esta horrible tontería.
Los sociales consideran que el fascismo se llevó a la sociedad a la cama al mismo tiempo que esta se limita a masturbarse. Y en lugar de atacar con furia contra la sociedad, ellos la utilizan como su propia proyectualidad, como una identificación de su “lucha”. ¿Y no son los sociales mismos quienes anhelan las sociedades socialistas/comunistas? Por mucho que maldigan y hagan la vista gorda, la verdad se encuentra justo delante de ellos.
El fascismo y el comunismo (no os confundáis, no estoy hablando solo del tipo autoritario) son iguales en un nivel de valores morales, salvo que el primero propone la fuerza bruta y el segundo se rige por el espíritu servil del cristianismo. Mientras que el fascismo es la muerte del espíritu, el socialismo es la muerte de la fuerza.
Y la sociedad no se posiciona y esa es la razón por la que es exactamente así. Un fantasma, un cuerpo sin cuerpo, no es más que un rebaño de personas de paja. Y esperáis algún tipo de asistencia de este pantano social... ¡Y todavía exigen que la sociedad se levante contra su propio ser! Contra su propia naturaleza, esa naturaleza profundamente fascista. ¿Consideráis que un cambio de mentalidad es posible? Pero entonces, ¿qué más es lo que buscáis, sino sólo el manejo del rebaño? (ni siquiera importa si se trata de una orientación en los valores sociales, morales o términos de estrategia). Buscan convertirse en pastores sociales.
Y en cuanto a los politofilakés (guardias ciudadanas o milicias), las cosas están claras para mí. No es posible organizar estos sistemas, ya que la palabra en sí misma contiene el término Politis (ciudadano o civil, o nacional), que llegó a tener conciencia política y está directamente conectado con los proveedores de esta conciencia política misma, el Estado y la política. ¿Puede realmente un ciudadano ser antifascista? Por extensión, ¿puede realmente ser anarquista un ciudadano?
No puede ser ambas cosas, responderán los sociales, los mismos que convierten la anarquía en alcohol social buscando la superioridad numérica contra el fascismo, es decir, los fascistas agresivos, ya que cada ciudadano es potencialmente uno. Pero se olvida de que la plebe social carece de calidad, por lo que sus guardias ciudadanas antifascistas no serán más que una banda invalidada y autodestructiva.
Bueno, entonces, ¡muchos de nosotros somos fascistas! Desde los grandes rebeldes F. Nietzsche y M. Stirner, R. Novatore, hasta los nihilistas de hoy, los afines sinceros que dirigen su mirada al aquí y ahora, abrazan el fuego y dan rienda suelta a sus ataques malditos contra el Estado, la sociedad, la patria, el orden, la moral, la ideología y cualquier otra cadena. ¿Cuán fascista soy yo, entonces, cuán fascista es el Anticristo que ha nacido del Fuego y la Negación y se dirige hacia el altar pagano del Nihil? Entonces, ¿cuán fascista la Belleza y la Fuerza, ambos valores per se, que los feos y débiles dejaron de lado y reemplazaron con fantasmas, ¡como la justicia, la igualdad y la solidaridad!?
¿Es acaso el antifascismo una cuestión de masas? ¿Quién puede estar de acuerdo con esto teniendo en cuenta que el antifascismo es profundamente antiestado, antipolítico y antisocial? Ahora, ¡todo esto debe sonar muy tonto para los sociales! La despolitización del autor: ¿es o no es un requisito previo para el antifascismo? Un antifascismo eficaz, no un estereotipo de un autista. Porque, ¿no es la política la que educa a los ciudadanos? Por supuesto, lo es. Para mí, todos los seres humanos imbuidos de conciencia política dejan de ser un individuo, un ser con voluntad egoísta e individualista, y se convierte en un ciudadano en el sentido de la persona, del núcleo social. ¿Puede ser posible que el arlequín miserable, el hogareño, actúe de una manera antifascista, al mismo tiempo que no es solo un vector, sino también una fuente de fascismo ...?
Lo mismo se aplica tanto a los izquierdistas (ni que fueran distintos, si son ciudadanos también) y a los anarquistas sociales, por elitista y arrasador que esto pueda sonar. Porque cuando el individualismo está ausente y, por lo tanto, al individuo lo domina la necesidad de aceptación social o de ‘pertenencia’, entonces esto también marca el nacimiento de otro ismo (en el sentido del sistema, del pensamiento ideologizado) y, por extensión, la esencia del fascismo: el rebaño masificado.
- Anónimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario