El nihilismo con su desaparición como corriente filosófica práctica, en el ámbito político-revolucionario histórico, dio lugar a lo que actualmente se conoce como “anarquismo insurreccionalista individualista”, es decir, la rama más radical del movimiento antiautoritario libertario, una de las más incomprendidas y que toma de esta corriente filosófica como propias, todas las acciones combativas que los nihilistas, representados e influenciados mayoritariamente por Nietzsche y Nechaev, en el SXIX en Rusia, realizaban con normalidad acciones combativas dirigidas contra figuras políticas, como un principio directo de lo que puede ser denominado “Acción Directa”, al menos, en el ámbito libertario.
No considero interesante presentar el nihilismo en sus diferentes versiones filosóficas, me interesa el nihilismo en la historia de la decadente sociedad moderna civilizada. Es por eso que hago especial hincapié en el nihilismo ruso, ya que este movimiento filosófico se desarrolla en la segunda mitad del SXIX en Rusia, un territorio dominado por “Iván el Terrible”, donde la sociedad rusa vivía las relaciones de autoridad y poder que caracterizan cualquier régimen confeccionado por las esferas que ostentan y practican la dominación; gracias a esto, se engendró un movimiento reaccionario por parte de ciertos sectores de la juventud acomodada rusa, aquellos que podían acceder a la cultura, jóvenes, hijos de nobles, que leían autores prohibidos y acababan por solidarizarse con el campesinado en contra de su servidumbre de carácter existencial y se rebelaban contra toda forma de coacción e imposición. Empieza así a surgir la definición del nihilismo, ¿qué es un nihilista? ¿qué defiende? ¿qué busca? ¿cuál es su relación con el anarquismo individualista? Pues bien, antes que nada tenemos que decir que no es, el nihilismo no es en absoluto vitalista ni existencialista porque no proclama la primacía ni el triunfo de la vida o de la existencia por encima de factores que la atenazan, al contrario, la existencia puede incluso llegar a carecer de importancia si supone un obstáculo en el desarrollo individual o en la liberación total, algo que retomaremos posteriormente.
Al nihilismo lo podemos definir como la fe en la Nada, no la creencia, “sino la fe entendida como la firme creencia en algo para lo cual no hay pruebas”. El nihilismo rechaza los viejos valores de la humanidad, como también la creencia en un propósito final, sin embargo, la mejor definición de esta corriente filosófica es la siguiente: “un nihilista es alguien que no se somete a ninguna autoridad y no acepta ningún precepto o doctrina que no esté apoyada en pruebas sólidas”, es por tanto la destrucción de la filosofía, ya que las preguntas que la filosofía tradicional suele abordar ¿de dónde viene el hombre? ¿quién o qué creó el mundo? ¿qué valores rigen al hombre? No son tratadas por el nihilismo, éste no busca ningún sentido o propósito en la vida, al igual que reniega de cualquier doctrina que no esté comprobada científicamente, a la par que refleja la negativa a relegar las dudas que nos han atormentado a lo largo de la historia de nuestra existencia, en un ser divino y superior, por lo tanto, es la negación del idealismo, mitología y la absoluta destrucción de los déspotas puritanos, que la utilizan para conducir cual pastor al rebaño a la humanidad.
Ahora bien, podemos hablar de las similitudes que existen entre el anarquismo y el nihilismo, si tomamos las definiciones anteriores, qué es el anarquismo individualista más que el nihilismo, hay que recordar la influencia en los nihilistas rusos de Max Stirner, un conocido anarquista individualista; al igual que un nihilista, un anarquista individualista, es un individuo que no acepta ninguna relación de autoridad, dominación y poder, como tampoco la ejerce; al igual que el nihilismo, el anarquismo individualista busca la destrucción no sólo de los viejos valores que representan los déspotas puritanos, sino también de la respectiva sociedad que éstos han confeccionado con las calumnias que han difundido y perpetuado a través del estado-capital y la pseudo burguesa-cristiana tradición, no aceptan ninguna de las ambas corrientes filosóficas “el bien y el mal” que representan éstos déspotas y su potestad. Ambas corrientes luchan por la destrucción de la sociedad moderna civilizada como sus respectivos valores y tradiciones, como las respectivas instituciones que lo sustentan y perpetúan su existencia, esto no es más que el estado-capital y quien legitima a su vez las relaciones económicas, políticas y sociales que lleva a cabo, el liberalismo político. La defensión de la libertad individual también es un factor común entre ambas corrientes filosóficas, ¿qué es el bien? ¿qué es el mal? ¿quién lo dicta más que el poder a través de la autoridad? Tanto el nihilismo como el anarquismo individualista defienden la libertad de actuación individual frente al consenso o ley de mayoría, rechazan por esto, la moralidad que representa la sociedad burguesa civilizada, influenciada por la tradición religiosa cristiana y católica por la cual nos vemos castigados por nuestra libre actuación y pensamiento, seremos tachados de criminales, pecadores y terroristas.
En resumen, compartimos el mismo fin u objetivo: la destrucción o reducción a cenizas de todo lo que nos rodea, debido a que representa no sólo los viejos valores, sino que inclusive se han construido y perpetuado nuevos valores que oprimen y limitan la libertad individual, lo cual nos lleva al anhelo de la erradicación del hombre civilizado moderno, una confección del estado-capital, legitimado y defendido por el liberalismo político que posteriormente desembocó en la democracia, que nos condiciona a mero súbditos del orden y la ley burguesa-cristiana, reflejado en las constituciones liberales, que da lugar a los representacionismos o dirigismos baratos, por los cuales, relegamos nuestras existencias a iluminadas figuras que, al igual que Dios, nos conducirán al decadente paraíso, para unos esto se ve materializado en los placebos socialistas, donde al contrario de lo que se predica las relaciones de autoridad, poder y dominación y la jerarquización de la sociedad se ven legitimadas por su participación en el engranaje que domina el estado y el capital, mientras que otros identifican la democracia y el capitalismo con libertad, igualdad y equidad. Nosotros, sin embargo, somos los incendiarios los viejos ídolos y valores; apelamos a la depuración del individuo abismado en las entrañas de la masa gregaria común: somos los incendiarios de los opulentos y de su potestad: apelamos a la degollina de su activad: somos los incendiarios de los déspotas puritanos, las vísceras emergen de nuestro cuerpo, ansían vomitar la cochambrosa moralidad. A pesar de las similitudes, cuando hablamos de justicia e igualdad, los nihilistas nos suelen tachar de ingenuos esperanzados, al contrario de lo que éstos piensan, la influencia nihilista sobre el anarquismo individualista, se ve reflejado en que la mayoría de los ácratas que defendemos el individualismo libertario no creemos en los conceptos abstractos por los cuales nos vemos etiquetados como ingenuos esperanzados; como ácratas individualistas no creemos en el anhelado despertar de la masa gregaria común, sabemos que nunca llegará, al igual que tampoco llegará ni existirá la justicia, la igualdad o la revolución; a pesar de esto, no quiere decir que no concibamos una realidad que renace de las cenizas de la vieja sociedad, teniendo como sustento la Nada creadora, por la cual, podamos confeccionar una realidad cuyos desfasados valores y tradiciones se vean carbonizados.
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