“Así, en sus maletines, llenos de falaces ilusiones confeccionadas a imagen y semejanza de la élite privilegiada, incorporan esa invención de alto valor científico, que permite suprimir las necesidades reales, mediante la oportuna imposición de necesidades artificiales; surgen de esta manera, los anhelos esperanzados de la masa gregaria común, por la cual, en un intento absurdo y patético de, en sus dóciles e idiotizadas mentes, acercarse a una posición económica alta, protegen con el miserable hedor que desprenden sus seres la propiedad privada, la ley y el orden”
Vivimos
en una sociedad depresiva, dada por la intervención de la esperanza en nuestras
existencias. Desde nuestro mismísimo
alumbramiento perecemos como individuos y se abre paso la imposición de la
mayoría, estimulada y conducida por las esferas, que buscan inculcarnos la idea
de que creceríamos, unos para ser exitosos, famosos, ricos o deseados, y
sin embargo, la masa común, incapaz de alcanzar esa realidad que nos venden los
medios de comunicación, se frustra y finaliza siendo su propia existencia, la
gran guerra que han de librar para romper con la inminente depresión que pesa
sobre sus espaldas, y otros creceríamos para tener un fin u objetivo en la
vida, un fin u objetivo que, día tras día, mientras ven su existencia
esfumarse, es inexistente y por ello un imposible; una vez aceptada esta
realidad, pesa sobre estos una profunda concepción, basada en la esperanza,
por la cual, se les devolverá el sentido a sus desvidas; se confecciona así
la idea divina del milagro contemporáneo: una hipoteca, vehículo, pareja, boda,
hijos, bautizo, escolarización, deshumanización, trabajo fijo, jubilación y
perecimiento.
El resultado final es una masa gris, homogénea, cuya
individualidad se ve vetada por la incesante propaganda democrática, cegados
por la esperanza, anestesiados, amodorrados, paralizados, hipnotizados y
frustrados, en una constante búsqueda de lo que dicte el poder y la sociedad. Incapaces de comprender que nuestra
existencia no tiene ningún fin u objetivo, no hemos nacido con ninguna
finalidad más que preservar nuestra esencia individualista dada por la
naturaleza, que se ha visto distorsionada. Renegamos de la conducción
del individuo a ser, porque esto,
es la legitimación de los valores contemporáneos burgueses, que nos conducen a
la defensión de las relaciones de aceptación-sumisión de la mayoría
democrática; no somos nada en esta construcción de la realidad, estimulada y dirigida por el poder y la
sociedad; no aceptamos que nos desarrollamos para “ser”, nuestro anhelo más profundo es la
normalización del “no-ser”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario