Que venga el caos, la muerte es nuestra única certeza, siempre
sabemos que vamos a morir, no importa cuando, no importa donde y no
importa la manera. La vida eterna es un sin sentido, la eternidad no es
vida, solo la muerte es el reposo al que aspiramos, vida y muerte están
ligados, aquellos que demandan otra cosa piden lo imposible y no
obtendrán mas que humo como su recompensa. Nosotros que no nos
contentamos con palabras, consentimos en desaparecer para siempre y nos
consideramos afortunados de no sobrevivir en ninguna parte, yo no elegí
nacer, la vida me fue impuesta, la vida llena de preocupaciones y
dolores y de alegrías problemáticas. Que un hombre sea feliz, ¿qué
demuestra? La felicidad es un caso particular y nosotros observamos sólo
las leyes del género, razonamos a partir de ellas, sobre ellas
meditamos y profundizamos, despreciamos a quienquiera que busque el
milagro y no estamos ávidos de beatitudes, nuestra evidencia nos basta y
nuestra superioridad no se encuentra en otra parte.
Cuando los
humanos sepan que no hay más remedio que la muerte, bendecirán a
aquellos que los matan, para no tener que matarse a ellos mismos, hacer
todos nuestros problemas insolubles y con nuevos problemas agregándose
sin cesar, será necesario que el horror de vivir en el que nos
consumimos se agote y que la destitución acabe con el optimismo
criminal, que me parece la vergüenza de estos tiempos. Pues, la
prosperidad de los países ricos no duraran eternamente, en el seno de un
mundo que se hunde en la miseria absoluta y como es demasiado tarde de
sacarlos de ahí no tendrán mas opción de exterminar a los pobres, o de
ser pobres a su vez, ellos mismos no evitaran ya el caos y la muerte,
así que por más que se esfuercen no llegaran más que al horror.
Yo
no creo ya en el futuro, nuestros descendientes deberán recuperarse
sobre el caos en el que nosotros vamos a desaparecer, odio a este mundo
lleno de insectos humanos y aquellos que juran que estos son seres
humanos, mienten, la masa nunca ha sido de hombres si no solo de
condenados, y desde cuando un autómata sonámbulo debe ser mi prójimo, si
este debe ser mi prójimo yo digo que mi prójimo no existe, y mi deber
es el de no parecerme en nada a él.
La caridad no es más que un
engaño y los que me la enseñan son mis adversarios, la caridad no salva
al mundo repleto de insectos que no hacen más que devorarlo manchándolo
con su basura, no es necesario ni prestarles asistencias ni curar las
enfermedades que los diezman, mientras más mueran será mejor para
nosotros, pues no tendremos que exterminarlos nosotros mismos. Entramos
en un futuro bárbaro y debemos armarnos, debemos golpear hoy a aquellos
que nos golpearan mañana y esos que nos imploran hoy, pronto nos
castigaran por haberlo olvidado.
Una vez que la gente sea
persuadida de que sus hijos serán mas infelices que sus padres y que sus
nietos aun mas infelices, una vez que sean persuadidos que la ciencia
no hará milagros y que el cielo esta tan vacio como su bolsa y que todas
las religiones están repasadas de modas y que todos los religiosos son
unos impostores y que todos los gobernantes son estúpidos y que todas
las políticas son impotentes, entonces se decantaran a la desesperación.
Sin la desesperanza los hombres no consentirán nunca el volverse
estériles, las mujeres menos todavía, es el optimismo que nos mata, y el
optimismo es el pecado por excelencia. Incluso aquellos que quisieran
despoblar el mundo antes de que sea demasiado tarde, no se atrevan
hablar abiertamente sobre esta necesidad y por eso nadie denuncia las
causas del caos y apunta a las consecuencias inevitables de la sobre
población.
El único remedio para acabar con la miseria es la
esterilidad de los miserables, no se debe tolerar mas que a las familias
sin niños, que sabemos que son escasas, toda familia pobre es criminal
por el solo hecho de su existencia.
Nuestros intelectuales no sabe
más que hablar y nuestros religiosos no saben más que mentir, ninguno
sueña con repensar el mundo, todos desean hacer carrera y se admira el
arte con el cual se utilizan los unos a los otros sin jamás herir las
conveniencias, nos volvemos cada vez más conservadores y llegamos a
mantener las tomas mas catungas, nuestras revoluciones son puramente
verbales, solo cambiamos las palabras para tener la sensación de que
cambiamos las cosas. Tenemos miedo a todo cambio y miedo de nosotros
mismos. nos oponemos a nada y lo toleramos todo, es el triunfo de la
mediocridad.
El mundo ya no puede ser salvado, la idea de la
salvación no es más que una idea falsa, debemos pagar nuestros
innumerables errores, es demasiado tarde para reparar lo que sea, la
hora de las reformas ha expirado, los más felices morirán combatiendo, y
los más miserables morirán amontonados en el fondo de las cuevas o en
hogueras, el mundo no será más que un lugar de dolor donde los más puros
entre los hombres no tendrán otro remedio que matarse los unos a los
otros para no despreciase ellos mismos, el caos final vendrá mas pronto
de lo que se piensa, de un día al otro seremos arrojados al precipicio y
de ahí nos despertaremos solo para sentir que morimos y entonces
veremos lo que los conquistadores del nuevo mundo vieron, cuando a su
llegada tribus enteras se tiraban de lo alto de las montañas para evadir
el horror de la esclavitud inevitable engañando así a la muerte con la
muerte misma.
Vamos hacia la catástrofe final y el mundo está
lleno de gente que la desea para parar al orden impuesto, un orden cada
vez más absurdo, el orden público. el orden esta premiado de su muerte
porque está cada vez mas caótico y cada vez mas carente de razones de
ser, el orden publico es criminal, el orden al que servimos necesita
productores y consumidores, no hombres enteros. Los hombres enteros lo
incomodan. Pero el hombre no está aquí en la tierra para producir y
consumir, se trata de ser y sentir que uno existe! El resto nos rebaja
al nivel de las hormigas.
Rechazamos ser insectos sociables a los
que las ideologías de moda nos condenan, preferimos el caos y la muerte,
y sabemos que ya está en marcha, mientras las ideologías se jactan de
instaurar el paraíso perdido sobre la tierra, nos encontraremos sobre la
tumba de las masas de perdición. Las religiones son los canceres de la
especie humana, son pestes y los poderes que las apoyan son
conspiraciones de envenenadores, nuestra espiritualidad no es más que
una masturbación de nuestras facultades mentales, todos los religiosos
están obsoletos, no hay ninguna diferencia entre los hechiceros y los
sacerdotes, ir a consultar a uno de ellos y tenerles respeto es
despreciable, las leyes de la naturaleza se burlan de los exorcismos y
de las oraciones. Ahora que se sabe más sobre cómo se formaron las
religiones es criminal ser religioso aun, si nos negamos a hacer
sacrificios a los dioses y de honrar a sus sacerdotes por eso ya nadie
muere como castigo, el hombre común es cada vez mas indiferente, ya se
siente satisfecho cuando la industria de la diversión le procura las
apariencias de la felicidad aunque sean de manera pasajera, en adelante
necesitaremos todos nuestros recursos si queremos recrear al mundo. Un
mundo donde el hombre sea el único amo de su vida y de su muerte, para
renovar al mundo la catástrofe es necesaria, la catástrofe es deseable,
si el mundo no se renueva el mundo deberá desaparecer junto al hombre
que lo infecta, no podremos cambiar nuestras ciudades más que
aniquilándolas aunque sea con todos los hombres adentro, y vendrá la
hora en que aplaudiremos este holocausto, cuando los hombres sepan que
el único remedio es la muerte bendecirán a aquellos que los matan para
no tener que matarse ellos mismos, y los supervivientes de la próxima
destrucción llamaran mundo invertido al mundo al que habitamos ahora, un
mundo cada vez más absurdo.
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